La censura cubana ¿poner límites a la información?

El gobierno de Cuba quiere perseguir la instalación de antenas parabólicas «ilegales» en Cuba. Como reflejo fiel de lo que los gobiernos pretenden, Cuba es muestra de todo los males que infesta las clases políticas de todo pelo y más en concreto de las dictaduras demostradas y de las más ocultas o hábilmente difrazadas de democracia. El control y gestión de aquello que se puede ver o escuchar es esencial para que los gobiernos puedan controlar a los descarriados ciudadanos. Es así de triste. Pero no piensen que eso sólo ocurre en Cuba, pasa en muchos sitios más. Toda clase de regulaciones artificiosas están claramente encaminadas a controlar qué información está disponible para qué ciudadanos.

Es llamativo que en Cuba se hable de revolución, de que la población apoya a su líder sin fisuras y el poco convencimiento en estas afirmaciones y otras cuando ven necesario poner límites a la difusión de la información. Siempre hemos creído que si las ideas y los argumentos del gobierno son buenos no hace falta preocuparse de la propaganda «opositora», por contra, una población que apoya sin fisuras a Fidel Castro y la Revolución Cubana debería hacer caso omiso a las informaciones que llegan desde Miami.

Pero no es así. Y tampoco es así Internet y de ahí la censura que se va imponiendo, el control que se quiere ejercer sobre los contenidos y el propio acceso a ellos. En realidad no preocupa tanto la pederastia (ni se ponen medios a nuestra disposición para luchar contra ella desde el mundo internauta), ni otro tipos de contenidos claramente delicitivos, preocupa más que la gente pueda cuestionarse lo establecido, que la gente pueda pensar por si misma. Preocupa más, en defintiva, que la gente decida por su cuenta. Por este esencial motivo hay que permitir que la información fluya y que los gobiernos no puedan limitarla, que no se pueda eliminar la neutralidad de la red y que las entidades de gestión de cualquier tipo no tengan acceso a nuestras comunicaciones.

Será trabajo de todos argumentar y luchar desde la razón y la palabra contra el odio, la violencia, la xenofobia, la pederastia y todo aquello que hace del mundo algo mucho peor de lo que sería sin ello. Y eso lo sabemos hacer bien y se demostrará también otra cosa muy importante. Que mediante la palabra se puede pelear con mayor eficacia, la eficacia del convencimiento y que no hace falta recurrir a guerras para «resolver» situaciones. El germen del mal que acecha desde tiempos inmemoriales en este mundo está en la manipulación que sufren los ciudadanos por parte de los poderosos y como se suele decir, la verdad os hará libres. Pero para encontrar la verdad hay que mirar más allá de una pantalla de televisión vendida a una causa determinada.

Texto por Mario Pena (cc) by-sa 2006

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