Cambiar las reglas del debate sobre propiedad intelectual

Las leyes de copyright y propiedad intelectual que tenemos en la actualidad provienen de unos acuerdos de unos 200 años de antiguedad. El copyright, los royalties, etc se crearon como sistema de censura y posteriormente de control confiriendo a los autores derechos frente a los poderosos. Lo cierto es que las leyes se afinaron en efecto para la función a la que se deben, dar amparo al débil, pero ahora sirven únicamente a las grandes compañías, a los litigantes, y no responden ni a la realidad ni al futuro que nos espera.

En este debate hay que cambiar las bases y los preceptos sobre los que nos centramos. Así pues habría que cambiar algunas ideas para que no seamos los que apoyamos la cultura y el libre conocimiento quienes tengamos que rebatir a los que buscan el mercantilismo por el beneficio puramente económico, sino que tendrán que ser ellos quienes expliquen porqué motivo se ha de seguir manteniendo en plena era digital un sistema que restringe y limita lo que los propios autores puden hacer con su obra y lo que los usuarios tienen derecho a hacer con la cultura existen y que les pertenece.

Vamos a dar pues la vuelta a ciertos conceptos que manejan los lobbys de presión de la industria del entretenimiento y sus políticos:

– La cultura no puede ser gratis, pasaría a ser; no se puede cobrar por la cultura: En efecto, la creación y el proceso creativo lleva tiempo, pero este tiempo invertido no garantiza ni tiene porqué garantizar un ingreso futuro. El ingreso futuro tendrá que proceder de lo que los consumidores crean que deben pagar por servicios de valor añadido en un entorno de nuevos modelos de negocio, no en sí por la cultura salvo que sea algo puramente voluntario, a nivel de coleccionismo o solidario.

– Sin compensación por copia privada (canon) no puede haber creación, pasaría a ser; la creación existe y se innova más gracias al aprovechamiento de los nuevos modelos de negocio del entorno digital: Nunca se ha creado tanto como ahora, y paralelamente van surgiendo modelos de negocio que dan soporte a esta creación sin necesidad de compensaciones, las cuales no son sino uno freno a la innovación pues no motivan para seguir creando pues los que marcan las reglas de juego se acostumbran a vivir de rentas, no del trabajo diario. Eso no significa que no se pueda ganar dinero devengado del uso comercial de las obras, pero debería impedirse algo tan anacrónico como compensaciones que van directamente en contra de las posibilidades de la era digital.

– El autor es dueño de su obra y puede hacer lo que quiera, pasaría a ser; el autor es autor de su obra pero lo creado es patrimonio de la humanidad salvo que se diga lo contrario: Es una forma muy resumida de hablar del propuesto Copyright 2.0 en el que todas la obras entrarían nada más ser creadas en el dominio público salvo que se especifique lo contrario y de hacerlo así habría lógicamente que medir las  consecuencias y las condiciones. La creación se basa siempre en lo que otros han creado antes. Sería prácticamente imposible crear sin influencias anteriores. Si un creador obtiene influencias de otros creadores, de toda la cultura que ha recibido y de su entorno ¿porqué habría él pues de limitar el acceso a las obras que realiza? Los derechos morales son importantes, porque ayuda a atribuir quién ha reinterpretado, quién ha hecho, quién está detrás de manera que se puede reconocer las influencias que han participado, pero que la sociedad no pueda acceder líbremente a esa cultura bajo esos preceptos va en contra del propio espíritu de los más grandes creadores y de la propia humanidad.

– El copyleft es de elitistas greñosos y comunistas, pasaría a ser; la creación con licencias libres es la herramienta que ayuda a la auténtica cultura y su justa difusión: El copyleft no debería ser la excepción, sino la regla. Todo lo que limita e impide el libre flujo de la cultura atenta contra el derecho de los humanos a acceder al conocimiento, algo esencialmente importante para ayudar a entender el mundo, fomentar el pensamiento crítico y por lo tanto a solucionar muchos de los problemas que la ignorancia y la desidia traen a la humanidad. En este contexto lo que habría que perseguir sería el plagio y el uso deshonesto que las grandes empresas de entretenimiento realizan de las obras de terceros. Cabe pensar que si se obtienen rendimientos económicos se remunere a los autores, pero el uso que hagan los ciudadanos de la creación no debería jamás ser penalizado.

Habría mucho más que decir, pero en el fondo espero que se entienda mi propuesta. No se trata de combatir el copyright restrictivo, sino que los defensores del copyright restrictivo sean quienes tengan que justificar que en pleno siglo XXI en los inicios de la era digital sigan intentando mantener un modelo analógico basado en la escasez para el acceso a los contenidos cuando dicha escasez ya no existe. Si queremos cambiar, innovar y mejorar, es preciso dejar de proteger sistemas cerrados y centralizados para favorecer la expresión individual de los ciudadanos, y el acceso de éstos a los contenidos. Porque así se crea civilización y de otra manera la civilización se convierte en una simple serie de juicios y demandas en las que los más ricos acaban marcando las reglas por las que ellos van a ganar siempre en un juego en el que los otros jugadores somos los ciudadanos que contribuirmos de forma clave y esencial en la generación de cultura.

2 comentarios en “Cambiar las reglas del debate sobre propiedad intelectual

  1. No estoy muy de acuerdo con tu afirmación de que las leyes del copyright estaban para dar amparo al débil o para protegerle frente a los poderosos. No creo que debamos mezclar nuestras reivindicaciones actuales con los manidos argumentos de la lucha de clases.

    Las leyes relacionadas con la propiedad intelectual, copyright y patentes, se crearon para amparar las inversiones de quienes apostaban por la creatividad y la investigación. Muchos de los principales beneficiados de esa protección son los que, habitualmente, hoy día son calificados como «los poderosos» como, por ejemplo, los grupos industriales del XIX. En su momento, esas leyes sirvieron como incentivo a la creación y al avance tecnológico pero, actualmente, actúan como freno.

    Por lo demás, completamente de acuerdo con la reinterpretación de conceptos que propones.

  2. Gracias por la puntualización, de hecho me refería a que en su momento sirvieron para dar derechos a unos autores que no tenían ninguno por el simple motivo de trabajar a la sombra de organizaciones que no les reconocían el mérito.

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