Los cobardes del culto a la muerte

Algunos de los seres más cobardes, abyectos y perdedores son, sin duda alguna, los yihadistas. Son cobardes porque saben que no tienen nada que perder porque ya están perdidos en sus delirios y se creen que lo tienen todo por ganar sembrando sufrimiento sin límite.

Yo prefiero dudar y confiar más en los que buscan la verdad que en aquellos que mantienen que la han encontrado.

Esta gentuza que se sabe incapaz de convencer a nadie por la palabra, pues carecen de razones, no es más que eso, chusma repugnante. Y también lo son en otra escala, pero de forma importante, los islamistas que pretenden imponer su visión fascista de una sociedad subyugada a lo que dicen que dice un libro y una serie de papeles escritos por hombres, en un momento dado con unos objetivos concretos: controlar, manipular y tratar de explicar cosas imaginando que algo saben, pero sin dejar lugar a la duda. Evitad las certezas que esos profetas dicen conocer porque sencillamente no lo hacen.

Los dioses que piden sangre con tenaz insistencia tal vez no sean otra cosa que los propios demonios que llevamos dentro.

 

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