Publicado el 5 de Febrero de 2004
Los obispos hablan claro y como poseedores de la verdad absoluta han descubierto la verdadera causa de la violencia de género. No podía ser de otra manera, la culpan la tienen otros, en concreto la cultura de libertad sexual, la educación actual y como no, los homosexuales. Y luego todavía alguien me pregunta el motivo por el cual no creo en la Santa Madre Iglesia. Y es que sería para reirse si no fuera porque es un tema muy serio y este tipo de comentarios eclesiasticos me repatean y con razón.
Porque la doctrina eclesiastica de la iglesia tan maravillosa que nos quieren vender el viejo canon de la sumisión de la mujer al hombre es el verdadero estigma del horrible mal que vivimos hoy día. La culpa, si alguien la tiene en mayor medida es precisamente de la Iglesia. Sólo ahora que existe la libertad sexual, sólo ahora que las mujeres pueden empezar a tener los mismos derechos que los hombres, sólo ahora vemos con demasiada claridad que los hombres, imbuidos por las viejas y reprobables conductas biblicas, son incapaces en demasiados casos de darse cuenta que las mujeres no son objetos en propiedad, que son personas con los mismos derechos y obligaciones, capaces de decidir por si mismas sin tener que pedir permiso al macho.
Parece como en una maniobra por desviar la atención sobre su propia culpa, los obispos se lanzan en su cruzada fascista hacia todo aquello que les atemoriza, porque lo que tienen es miedo de desaparecer debido a su incapacidad de ir codo con codo con una sociedad que les demanda comprensión y menos enjuiciamientos.
Puede que la educación tenga culpa, porque la educación hoy en día gracias a cierto partido gobernante da verdadera pena, habiéndose olvidado los humanismo por la búsqueda rádical del éxito económico a costa de cualquier otra consideración, pero en la educación tiene mucho que ver la propia Iglesia que en su día educó, mal a sabiendas a la gente que después habría de seguir educando. Así hoy en día oimos como muchas mujeres piden todavía permiso al marido. Bochornoso.
Y luego no dudan con arremeter contra los homosexuales. Primero tendrían que callarse porque creo que en el tema de la violencia de género no se puede meter a este colectivo, ya que la violencia de género se basa en el maltrato de hombres a mujeres y mujeres a hombres. ¿A QUÉ VIENE ESTA TONTERÍA ENTONCES? Pues sí, a meterse contra los pobres y enfermos homosexuales, los cuales están más que artos de escuchar una y otra vez este tipo de comentarios fascistas y condescendientes.
Los homosexuales, igual que los heterosexuales son personas y que les guste acostarse con alguien de su propio sexo o del contrario es asunto que les concierte única y exclusivamente a ellos y a nadie más. Así que mi más rotundo rechazo a esos comentarios retrógrados y anacrónicos de una Iglesia que si lo que quiere es nuestro rechazo, por mi parte lo han conseguido.
Por supuesto también hay gente buena en la Iglesia, no creáis, hay curas que trabajan para hacer un mundo mejor y no son tan retrógrados como la facción afín al Papa actual, que vive bajo una idea del mundo de hace cuarenta años.
El mundo ha cambiado y la Iglesia tendrá que empezar a aceptarlo o simplemente desaparecerá. Cada día cuesta más creer en un Dios como el que describen. Y si Dios fuera como ellos propugnan reniego de él. Dios, para que me guste le dará igual que alguien sea homosexual o no. Eso sólo preocupa a los cobardes.
