De vuelta en Boyd PO Box 156 B

Qué extraña sensación estar aquí de nuevo tras 20 años. En la misma habitación en la que entré en 1989 de una casa de unos, por aquel entonces, perfectos desconocidos. Mientras escribo estas líneas, estoy viendo el pomo de la puerta que tanto miedo y nerviosismo me producía dos décadas atrás, cuando tras dormir tras haber llegado a Texas como estudiante de intercambio, tenía que girarlo para salir y enfrentarme a un nuevo entorno, a una familia de la que muy poco sabía.

Recuerdo aquella sensación, pero hoy ya no tengo miedo, y si tengo nervios es por la emoción de verles de nuevo, de estar que éstos americanos que se han convertido de verdad, a lo largo de los años y las dificultades, también en mi familia.

Michelle Mario and Miranda

Apenas me recuerdo ya como aquel chaval, tímido, larguirucho y con la cabeza llena de prejuicios. Pero de alguna manera ahí sigo estando todavía, de alguna manera. Pero es cierto que mucho ha cambiado. Han pasado muchas cosas. De hecho, toda una vida. Cuando vine tenía dieciocho años, han tenido que pasar otros tantos y dos más para volver.

Sharon y Danny siguen siendo los mismos, con veinte años más, claro. Danny, fuerte, duro, redneck, Sharon, dulce, amable, firme, llena de paciencia. Deseando ver a su nieto español, David. Espero poder hacer ese deseo realidad.

Josh, con síndrome de dawn, tenía 10 años cuando vine la primera vez. Ahora es todo un caballero, literalmente hablando. Lord John y su espada. Cariñoso, lleno de historias que contar y un eterno niño. ¿No es de envidiar en cierta medida?

Michelle, que tenía 12 años cuando vine la primera vez tiene una hija de 15 en esta nueva visita tras tanto tiempo sin aparecer por estas tierras. También un chico de 12 y ambos, geniales.

¿Qué ha pasado con mi hermanita de 12 años? ¿Cómo me he podido perder su transformación durante dos décadas? ¿Pero sabéis algo? Sigue siendo Michelle. Sigue siendo ella y Josh, Josh se ha simplemente revelado, se ha completado.

Y está también Bill y Mary, mis abuelos americanos, ahora viviendo en una apartamento que Danny hizo adosado a la casa principal, porque por motivos de salud es bueno que estén cerca, pero independientes.

Estoy aquí otra vez en el P.O. Box 156-B, en Boyd, Texas, un poco mi otro hogar que había perdido y que ahora reencuentro.

Todos hemos cambiado, somos mayores claro, pero siento profundamente que vuelvo al punto en el que viví un punto clave de inflexión de mi forma de ser. Aquí empezó a formarse mi futuro, aquí empiezan a tener sentido los puntos de esta historia que he recorrido.

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