Al final no pasará nada, pero siento cierta reconfortante calidez imaginando a alguno de nuestros políticos de la élite extractiva en el retrete yendose por la «pata abajo» con desagradables sonidos y olores. ¡Hey, yo soy así! Esos momentos íntimos de los poderosos camino de consumir más segundos de sus patéticas vidas, en los que más vulnerables están; a solas con sus propios miedos a ser cazados con los pantalones, y/o faldas, por los tobillos.
Y el otro miedo inconfesable es que sienten que hay más gente despertando de la pesadilla. Y en ese despertar está el descubrimiento del engaño, y la ausencia de miedo.