Listos y listillos

Una cosa interesante de Internet y la redes sociales, y en la que caemos todos, es en juzgar a las personas por cuestiones puramente muchas veces circustanciales. Si alguien está muy hipotecado, es que se lo ha buscado por no informarse, si alguien se queja de algo desde su iPhone, ¿de qué se queja teniendo semenaje chisme?

Caemos en la tentación de prejuzgar una situación sin entrar en la sustancia, en el detalle y las circunstancias de cada uno. En pocas palabras, entamos en la falacia de ad-honorem. No juzgamos el argumento, sino a la persona que lo presenta como forma de descalificar el argumento. De hecho a veces ni se quiere escuchar el argumento.

Caemos en esa trampa con demasiada frecuencia y olvidamos que las circunstancias de cada persona son, eso, muy personales.