La industria del entretenimiento, los políticos y nosotros

Escribo esto desde un avión que ahora sobrevuela Groenlandia y tras haber visto de nuevo la película Buenas Noches y Buena Suerte.

buenas noches y buenaRecuerdo pues a Ed Murrows mientras vuelvo a España con la mente puesta en parte en la nueva labor a la que me voy a dedicar de ahora en adelante.

En las próximas semanas y meses… tal vez años, tengo como misión ayudar a crear herramientas alternativas a unos modelos de negocio que se han negado en redondo a cambiar aún a sabiendas de que eso significará su temprana ruina. O tal vez esta negativa no sea otra cosa que una maniobra más y por lo tanto la clave para comprender lo que está pasando.

Creo que en realidad las grandes industrias del entretenimiento saben bien cual es su juego, su futuro y el futuro que la sociedad demanda. Sin embargo ahora sirven mejor a interesese más altos, o más bajos, según se mire; intereses que sirven bien los auténticos enemigos de los ciudadanos: una clase política ignorante y corrupta con objetivos en conflicto con las necesidades de la ciudadanía.

Lo cierto es que nos encontramos en una situación extraña y artificial que ha logrado encapsular y aislar la auténtica cultura a sabiendas de que este hecho propicia que los ciudadanos sigan siendo ignorantes, necios y proclives a aceptar cualquier engaño con tal seguir recibiendo su ración de circo diaria.

Pero como escribí hace ya un año tras ver la película sobre Ed Murrows ¿de quién es la culpa? La respuesta no ha cambiado, sigue siendo nuestra. Es culpa nuestra al permitir que sigamos teniendo políticos corruptos e ignorantes tomando decisiones por nosotros; políticos necios y manipulados contra los que no luchamos, a los que no interpelamos, a los que no exigimos que rindan cuentas de sus actos absurdos.

Es tan importante la misión de crear herramientas para lograr que la cultura llegue a los ciudadanos, que se hace absolutamente necesario enfrentarse a una clase política que nos ataca favoreciendo modelos de negocio obsoletos empeñados en insultar y amenazar a los ciudadanos que aceptan las nuevas tecnologías digitales. Los políticos deberían defender a los ciudadanos y no amparar a quienes los insultan.

Los nuevos modelos de negocio no podrán desarrollarse plenamente si se siguen manteniendo mediante leyes injustas aquellos otros modelos de negocio que por la lógica evolución del mercado deberían haber cambiado o desaparecido hace tiempo.

Y no tenemos que mirar a ningún lado que no sea nosotros mismos para encontrar quienes impiden que todo esto cambie. Si seguimos permitiendo que Internet sea únicamente entretenimiento, al igual que ocurrió con la televisión, este medio, refugio último de la libertad y facilitador de una conversación global, será simplemente destruido. Será su final.

Mario Pena

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