Ayer tuve el honor de poder asistir una fiesta de Creative Commons en Harvard, Boston, aprovechando el viaje que hemos realizado en Safe Creative para asistir al segundo evento tecnológico de Creative Commons. Ahí hemos presentado OSCRI, una iniciativa de estandarización de registros.
Lo cierto es que ahora por la mañana en el hotel, mientras me preparo para visitar esta hermosa ciudad tras el intenso día anteior, pienso y recapacito sobre dónde he estado. La gente de la que he estado rodeado. Porque no hablamos de gente normal que tiene buenas ideas, sino de gente que ha cambiado el mundo de forma real y tangible. Gente que ha innovado más allá de sus más descabellados sueños. Es gente que ha logrado de una forma u otra devolver un poco la esperanza de poder construir y crecer sobre lo común.
Cuando veo las cosas tan absurdas que promueven los gobiernos por el mandato de lobbys del entretenimiento no puedo casi sino sentir lástima por todo lo que están retrasando el auténtico y genuino avance al que podríamos aspirar.
Pero la gente que estábamos ahí nos movíamos, al menos creo que la mayoría, por la propia pasión del resultado de la convicción. La convicción de que la humanidad sólo podrá superar la crisis que la puede aniquilar si liberamos la cultura y empezamos a compartir nuestros conocimientos y nuestras creaciones.
Unos ya lo están haciendo aunque a los de siempre les duela. Este movimiento ha comenzando y ya no podrá ser detenido.