Cada varios meses o semanas siento la tentación de volver a escribir sobre cuales son las mejores maneras de proteger contenidos en Internet.
Tal vez la primera confusión puede surgir con el concepto «proteger» porque ¿qué es proteger para la gente? Pues varía de persona en persona.
Para muchos, todavía hoy en plena era digital de sobre abundancia de contenidos, proteger es impedir la copia. Pero cuando existen tantos contenidos y tan poco tiempo de atención de los usuarios, impedir la copia no sólo no protege, sino que pone en peligro la visibilidad, la difusión, el conocimiento y el reconocimiento de la obra y su autor.
Impedir la copia no es proteger, es condenar a la obra a desaparecer tarde o temprano.
Sin embargo mucha gente cree que eso protege su obra. Bien, ¿y cómo impedimos la copia?
Una posible solución son las tecnologías de DRM que limitan, controlan y regulan lo que se puede hacer con contenidos de terceros a nivel de software y/o hardware. Sin embargo estas tecnologías son sistemáticamente vulneradas creando una falsa sensación de protección que es más peligrosa si sabe que cualquier copia indiscriminada ya que borra todo origen o deseo posterior de cita, referencia o reconocimiento. Es más, el principal problema viene del hecho de que al poner trabas al acceso o uso de un contenido los usuarios, por lógica, pasan de ese contenido y tienden a escoger otros más amigables.
Existe otra forma de impedir la copia y son las leyes, esto es, se pide un ejercicio de Fe casi religiosa. Éstas suelen ayudarse de tecnologías con DRM e incluso en las últimas leyes se legisla directamente prohibiendo (por ley) que se vulneren los DRM que están diseñados para no ser vulnerados. Creo que esto da una idea aproximada de la perversión en la que vivimos. Hay una ley que impide cierto tipo de copias, como no se puede aplicar salen los DRM que evitan la copia, pero como se rompen sale una ley que prohibe que se rompan los DRM… ¿qué será lo siguiente, un sistema tecnológico que impida que se rompan los DRM y así hasta el infinito? Al tiempo; un ciclo sin fin de leyes, medidas tecnológicas y leyes que protegen la medidas tecnológicas y leyes que protegen las medidas tecnológicas que protegen las leyes que …. etc.
Cabe preguntarse entonces ¿cómo impido que me copien?
Bueno, sólo existe una manera con una efectividad entorno al 99% (no es total, algún amigo puede digitalizar algo de tu obra sin que te des cuenta). Si no quieres que de una manera u otra te copien o usen tus contenidos sin tu consentimiento, no digitalices, no publiques en Internet, no difundas en Internet. No uses una herramienta que se basa en algo que no aceptas.
Internet se basa en realizar copias, en compartir ficheros y si no aceptas la propia naturaleza del medio, es absurdo usar el medio. Y me dirán ¿y cómo doy a conocer mi maravillosa creación? Y responderé, o aceptas el paquete entero, o no juegues desde el principio. En Internet no puedes separar lo que te gusta de lo que no.
¿Qué hago pues para «proteger» mi contenido? Pues bien, lo primero es reflexionar, analizar, pensar, meditar y descubrir de dónde sale tu creación y para qué creas. A partir de ahí existen multitud de herramientas que realmente pueden ayudar a proteger, que no proteger totalmente, tus contenidos. Las claves, según mi visión de Internet, es identificar correctamente tu obra y favorecer la copia de ésta. En resumen, intenta comprender Internet y expón tu obra bajo los mismos parámetros que han hecho que Internet sea la herramienta de comunicación más importante de las últimas décadas.
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