Me pregunto qué es lo que a veces está detrás de las mentes de aquellos que se empeñan, en vez de en abrazar las posibilidad digitales, en acabar con ellas. Con la nueva propuesta de IEEE estamos exactamente ante eso. El nombre, por ahora, es: P1817. Como creen que la gente es inmoral tienen que convertir al contenido en si en algo similar a los contenidos físicos para que no se pueda copiar libremente, y puedan seguir explotando los viejos y obsoletos modelos de negocio analógicos en un entorno digital. En pocas palabras, ellos reducir costes creando digitalmente y atribuyendo a los contenidos una noción de falsa escasez para aumentar los precios y maximizar los beneficios especulativos.
Puede que a muchos no les importe mucho, pero el DRM condena al contenido a desaparecer aunque sólo sea por la mera obsolescencia de la tecnología que permite el acceso a éstos. Se destruye el legado del autor y por ende, de alguna manera, al propio autor.
No es que no se pueda llegar a crear un DRM perfecto, cosa que sinceramente dudo, es que el propio concepto de DRM en lo digital es una aberración. Es convertir a un contenido en un muerto viviente, un insulto al creador y al usuario. Al creador pues no confía en su calidad y la capacidad de fidelizar, y al usuario al llamarle, directamente, inmoral criminal potencial.
Si algo nos ha enseñado lo digital es que las ideas… sí, en efecto, son inmateriales. Constreñirlas al mundo físico es mentir, es engañarnos. En todo caso habrá que crear nuevos modelos de negocio, disruptivos seguramente, que sitúen al contenido en su correcto contexto: elementos capaces de atraer la atención y la fidelidad para luego poder ofrecer servicios y productos analógicos de valor añadido a los usuarios por los que estarán más que encantados de pagar (como poco con su atención y feedback).
Pero lo que esta gente tal vez pierda de vista es que el engaño del DRM no puede mantenerse desde la perspectiva demográfica. Los jóvenes de hoy y de mañana ya viven asumiendo la inmaterialidad y la fantástica capacidad de copia y distribución de sus propios contenidos. Cada día la población en general comprenderá menos la fanática obsesión de algunos por negar esta realidad. Si ellos pueden compartir, ser distribuidores, promotores y creadores alternativos de los contenidos que crean ¿por qué el resto de la industria tiene que hacer lo opuesto?
Los contenidos con DRM tienen dos grandes competidores contra los que luchar, la realidad por un lado y los contenido de cada vez mayor calidad que generan los propios usuarios por otro.