
Llevo un tiempo reflexionando sobre temas de fotografía que daba por sentados, pero que nunca había analizado en profundidad.
No se puede convencer a nadie de apreciar un tipo de fotografía u otro pues no puedo forzar cómo cada uno percibe las cosas. Intento, eso sí, explicar cómo las quiero expresar yo y como fotógrafo una labor importante es tratar de transmitir lo que uno lleva en la cabeza, pero como en toda comunicación por un lado está lo que uno quiere o pretende decir con mayor o menor éxito y por otro lado lo que el receptor quiere, pretende y/o realmente percibe al final.
En fotografía, como en literatura, y como cada humano es diferente, los mensajes son lo que son, pero los percibimos subjetivamente tanto al crearlos y enviarlos como al recibirlos. El estado de ánimo concreto, por ejemplo, influye enormemente. Lo que leemos un día lo percibimos de una manera, y si lo leemos en otro momento después, podemos percibirlo de otra. El receptor es el mismo, pero algo ha cambiado. Otro ejemplo es que la comedia, como género, no se percibe igual en una época histórica y en otra (no pasa lo mismo con el drama).
En pocas palabras, si algo no nos gusta, no nos gusta. Point round y podríamos dejarlo ahí, pero prefiero explicar cómo lo veo yo personal y subjetivamente. Que algo no nos guste puede deberse a infinidad de motivos, no se puede inferir necesariamente que sea por una carencia, un trauma o cualquier otro motivo o conjunción de éstos. Nos pasa a todos en mayor o menor medida que tenemos preferencias; ahora bien, lo importante es siempre tener la mente abierta a ciertas formas de expresión, intentar entenderlas y apreciarlas. Lógicamente no siempre es posible, tal vez ni siquiera deseable. Lo difícil es distinguir lo que no nos gusta (subjetivo) de nuestra manía concreta que puede hacer que algo que de otra manera nos gustaría, no le demos oportunidad alguna, como el que va a probar una comida nueva con cara de asco 😉

Dicho esto yo no sé cómo ve cada persona la fotografía, pero yo, fuera de las postales, que realmente no me llaman la atención, desde un punto de vista de fotógrafo pocas veces es para reflejar o inmortalizar el momento real concreto, pues siempre se es subjetivo, aunque sólo sea por el encuadre, pero para que esa toma sea obra de alguien en concreto algo de ese alguien debe estar en la fotografía (formalmente creo que el hecho del encuadre suele ser suficiente para que no sea una mera fotografía y pase a ser una fotografía, pero últimamente he descubierto que eso no siempre es cierto) Ejemplo: lo que me parece mera fotografía http://imghip.com/imagenes-bellas-de-la-torre-eiffel/img0304.jpg.html vs. lo que me parece una fotografía http://www.minube.com/fotos/rincon/64/7625441 (independientemente de que nos gusten ambas, alguna o ninguna).
¿Por qué creo que el color a veces resta en una imagen? Bueno, no lo había pensado racionalmente nunca, pero creo poder explicarlo. Nuestro cerebro no percibe las cosas como son, nunca, no puede. De ahí que en ciencia necesitemos máquinas para medir la realidad. Nuestro cerebro puede y debe sólo enfocar o centrarse en partes, unas veces en patrones, otras en colores, o movimientos, o sonidos (por eso solemos bajar el volumen de la radio del coche al aparcar), etc. No estamos programados biológicamente para percibir las cosas como son o nos saturaríamos rápidamente, sino como estamos condicionados a percibir que sean y eso nos ha mantenido a salvo en muchas ocasiones si bien también es motivo de no pocos problemas. Así, una fotografía además de tratar de expresar una idea, o sentimiento, y parte de lo que el propio creador es, es información pura y dura. Nuestro cerebro tiene que procesar siempre mucha información, pero un exceso de información entra en conflicto con lo que el autor quiere expresar, y es por eso que el autor, para evitar la merma del mensaje que pretende enviar tiene que eliminar lo que no sólo no aporta nada sustancial a su visión, sino que interfiere con ésta al usar capacidad del cerebro que en consecuencia no se enfoca a otras partes y a veces tiene que potenciar otras partes que muestran la idea con mayor eficacia. A veces es el color, otras el contraste, otra partes concretas de la imagen debe ser eliminado, reducido, o resaltado. Pero como lo que se intenta transmitir es algo subjetivo, luego está quien recibe la información y su predisposición a querer recibir ciertos mensajes es una forma determinada. El color es información. Un exceso de información usa recursos de nuestro cerebro de tal modo que puede que, en ocasiones, distorsione el mensaje, que no la realidad, que a buen seguro será otra por un lado y distinta para cada uno que la percibe.
La fotografía, como arte, no muestra sólo hechos, sino sensaciones, ambientes e incluso sueños. Y cuando fotografía hechos, como la fotografía de prensa, siempre lo confronta con la sensación que el hecho produce. Por eso encuadramos, por eso editamos, por eso a veces prescindimos del color y por eso a veces el color es absolutamente necesario. Pero es el principio. Como arte los fotógrafos, que no sé si siempre somos en todo caso artistas, tenemos que ser incomprendidos por uno, algunos, muchos o todos. Eso al final es poco importante. Lo primero y más importante es que lo que uno hace le guste a quien lo hace. Lo que los demás perciban es importante sí, pero secundario. Cuando uno hace algo que no le gusta porque le gusta a los demás, creo que la frustración acaba siendo lo que puede empujarle a dejar de fotografiar, como muchos fotógrafos profesionales me confiesan tras cientos o miles de fotos clónicas de bodas, comuniones y bautizos. Tal vez por eso nunca me ha tentado la profesionalidad, por el riesgo a perder la ilusión.
Otra anécdota sobre ser incomprendido vino de un libro que escribí hace unos años y cuyo título lo da también a este blog. Al leerlo la gente me comentaba qué les había perecido y me decían lo que ellos creían que yo estaba intentando expresar. No había dos opiniones iguales y ninguna, ninguna, acertaba sobre lo que yo mismo quería expresar. Me pareció interesante, porque lo que uno hace pensando en transmitir un mensaje no se deriva en una única interpretación, sino en tantas como receptores. Y guste o no, eso es importante y no necesariamente malo.
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