Aunque uno pensaría que es bastante evidente, todavía hay que recordar que para el activista de calle, la información falsa, no contrastada que busca manipular es un lujo que no se puede uno permitir.
Lo comento cuando aparecen fotografías o vídeos, por ejemplo, ilustrando noticias dramáticas, pero no siendo ni las fotos ni los vídeos relativos a esa misma noticia, ni en tiempo, ni en forma.
Con frecuencia se suele incluso escribir que esas imágenes gráficas no corresponden a la noticia, pero que tratan de simplemente ilustrarla.

Lo cierto es que no lo hacen. Si no se tienen imágenes fiables de la noticia en cuestión es preferible, simplemente, no usar otras imágenes y más cuando hablamos de imágenes escabrosas, terribles, donde la muerte y la violencia se ceba con, por ejemplo, civiles inocentes.
Aunque en muchas ocasiones el objetivo pueda ser loable, los efectos a medio y largo plazo rara vez son los deseables. Explicamos por qué:
- Hoy en día en redes sociales demasiada gente se deja llevar por la primera impresión y no suele, en consecuencia, leer las notas que indican que la fotografía o vídeo, que ha sido lo que ha captura la atención, no corresponde a la noticia, ampliando, por lo tanto, el efecto de una noticia objetivamente manipulada.
- Esto es peligroso porque cuando una sola persona ya contrasta la información e informa, difícilmente se informa en la misma medida a todos los que han creído la primera información falsa, perpetuando una realidad alterada con intereses más o menos cuestionables, y
- deja tocada la credibilidad de las fuentes y los que comparten la primera información.
- Como el cuento popular de «que viene el lobo» creamos cada vez más gente que sencillamente no cree a ciertos diseminadores de informaciones, aunque puedan tener la razón después, y se cuestione por igual, sin igualmente contrastar, informaciones verdaderas que puedan estar, por ejemplo, con sus elementos gráficos correspondientes.
Así pues si bien a corto plazo se logra difundir una información, apelando a las reacciones más viscerales, a largo plazo se merma la credibilidad no sólo de los que han manipulado la información, sino de aquellos que no la manipulan.