No es la primera batalla que los ciudadanos hemos ganado haciendo pulso contra los políticos. Ni será la última. En el horizonte nuevas batallas peores y más cruentas debido al progresivo alejamiento de gran parte de la clase política de la realidad.
La Disposción Final Segunda de la LES, por orden y mando del gobierno de Biden-Obama, ha sido tumbada y supongo que en gran medida debido a la presión de esos ciudadanos que deberíamos estar representados por los políticos que con tan poco acierto han escogido.
Pero es una batalla más. En la guerra por las libertades el copyright será durante mucho tiempo la escusa para acabar con ellas. Es más efectivo que el propio término «terrorismo» tal y como hemos visto. Los que defendemos la cultura libre, los nuevos modelos de negocio que tantos creadores y artistas abrazan, y la libertad de prensa y expresión, tenemos el dudoso privilegio de ver las amenazas los primeros, como ahora ha sido. Pero es nuestra maldición conocer las amenazas que nunca acaban y que vuelven con renovada virulencia producto de los miles de millones que una industria de intermediación obsoleta pone para hacer lobby en Washington (de donde por lo visto emanan las decisiones de los sucesivos gobiernos de España).
De nuevo quiero recordar a esa diminuta y cada vez menos relevante parte de creadores e intermediarios el motivo de nuestra oposición a la DF2: no se trataba de si las webs de enlaces son o no buenas o malas para su negocio obsoleto, la cuestión es que quitaban a los jueces del fondo de un asunto que por activa y por pasiva ha resultado dar la razón a los administradores de este tipo de webs (que son facilitadoras, no infractoras de copyright alguno). Quitar los jueces de un proceso en el que se pone artificiosamente los derechos de explotación al nivel de derechos humanos es un precedente tan peligroso que apoyarlo sólo cabe compararlo con apoyar la destrucción de la separación de poderes y la propia esencia de la democracia, hoy en día ya bastante en entredicho.
No sólo no estamos en contra de los creadores y los artistas, sino que estamos muy en su mismo bando, porque somos creadores y artistas los que rechazamos estas medidas antidemocráticas. Somos nosotros los que estamos en contra de la piratería; los contratos leoninos de ciertas empresas de intermediación, el plagio o la continua extensión de los años de protección del copyright.
Pero como decía Wendell Phillips: «el precio de la libertad es tener que estar siempre alerta» y es una realidad. Nunca descansaremos y perderemos otras batallas, pero debemos seguir luchando a pesar de ello por el bien del futuro y porque exista una esperanza para los que nos sucederán.
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Realmente se ha ganado una batalla bastante importante, pero como bien apuntas, lo peor que se puede hacer ahora es relajarse.
Feliz año 1984 Sra. Sinde.