¿Recordáis como hace no mucho, unos 10 años, puede que poco más, no usábamos Internet apenas? Tampoco había smartphones, twitter o Facebook.
Ahora los aparatitos están tan metidos en nuestro día a día que si pasamos unos días sin ellos, no sólo vemos que no pasa nada por no tenerlos, salvo unos primeros momentos de ansiedad por lo que estará pasando, sino que casi parece que, como comenta un colega de una lista de correo, viajamos en el tiempo a un lugar remoto.
Es difícil evadirse, pero es posible. Pero sobre nuestras cabezas vuela la certeza que por mucho que queramos las cosas ya no volverán a ser igual; ya no serán como antes.
Podemos vivir en el espejismo, como hacen muchos, de que esto es una moda, o que pasará, que todo puede volver a ser como era antes, pero es un error. Una nueva forma de vida ha llegado de mano de una tecnología que avanza demasiado rápido ya incluso para aquellos más predispuestos al cambio.