Aaron Swarth, un conocido activista por la libertad de acceso a la información que trabajó en el desarrollo del protocolo RSS, al cual tuve el honor de conocer hace unos años en Mountain View, ha sido arrestado por haber supuestamente bajado una gran cantidad de artículos y trabajos académicos de JSTOR, un servicio sin ánimo de lucro para este tipo de contenidos. Se calcula que descargó unos 4.8 millones de papers y trabajos de forma presuntamente fraudulenta ocultando su identidad e introduciendo un portátil en el MIT para realizar el proceso. Según dicen, esto hizo que JSTOR, que detectó la masiva descarga de documentos de libre acceso, y tras la caída de varios servidores, cortara el acceso a todo el MIT durante varios días.
Pese a que Aaron Swartz llegó a un acuerdo con JSTOR y les llevó los discos con los contenidos copiados, ha sido el fiscal de los EEUU quien ha ordenado la captura de Swartz por presunto actos ilegales que podrían suponer hasta 35 años de prisión y 1 millón de dólares de multa.
A pesar de que Aaron Swartz se comprometiera con JSTOR a no publicar los contenidos en las redes de pares y que esta última no decidiera acudir a los tribunales, sólo quedaba que el Gobierno de los EEUU, preocupados por las crecientes acciones de ciertas comunidades hacker como Anonymous o LulzSec y Wikileaks, decidiera tomar camino de llevar a una cabeza de turco bien visible a los tribunales como posible muestra de ejemplo de escarnio para todos aquellos que deseamos los contenidos libres.
Tal y como dijo Aaron Swartz en su «Guerrilla Open Access Manifesto»:
«Es el momento de salir a la luz, y en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar nuestra oposición al robo privado de la cultura pública,» y añade como objetivo: «Necesitamos descargar las revistas científicas y subirlas a las redes de compartir ficheros.»
Personalmente creo que, parafraseando a Henry David Thoreau, todos deberíamos preguntarnos no porqué ha sido Aaron arrestado, sino porqué no realizamos nosotros mismos acciones análogas a las que ha realizado Swartz en los últimos años y correr los mismos riesgos que él corre para liberar la cultura de forma activa.
Los ideales no pueden ser arrestados, no se les puede detener. No mueren. Y puede que este imprudente y absurdo movimiento del cada vez más desorientado gobierno de los EEUU puede suponer un duro revés a la administración Obama en su peligrosa deriva por contentar a los extremistas del copyright, pues cada vez más y más ciudadanos preocupados por la cultura y la justicia se suman para exigir la inmediata retirada de cualquier cargo contra este activista.
Y de nuevo parafraseando a Thoreau: en un mundo injusto, y las leyes de copyright lo son actualmente, el lugar de los hombres justos es, si no siempre la cárcel, sí al menos la clandestinidad.
Wow que controversial…