Estaba respondiendo un correo a un amigo sobre un tema del Manifiesto y me doy cuenta que parte de él da para un breve post. Se abre el debate:
Dice una diputada del PSOE que los autores tienen algunos derechos y también los ciudadanos y que deben armonizarse para proteger a ambos colectivos (creadores y usuarios como si realmente existiera una gran diferencia entre ambos). ¿Soslayamos de esta ecuación los intereses de los intermediarios de modelos de negocio obsoletos? Se ve que sí.
Mi comentario al respecto:
Aquí está el quid de la cuestión. Este equilibrio es imposible hoy en día con las leyes de propiedad intelectual y copyright en la mano, porque el autor tiene «todos los derechos reservados» incluso los de los consumidores. Lo que el consumidor puede hacer se basa en un precio más o menos cuestionable, pero precio, y en ciertos límites a los derechos monopolísiticos y totalitarios de los autores como la copia privada. Cabe preguntar qué opinión le merecen los creadores que liberan algunos de sus derechos, incluso en su forma más restrictiva CC by-nc-nd que a mi juicio es lo que debería ser el modelo de «protección» por defecto para el copyright.
No, no puede haber equilibrio. Resulta que todo es negro sobre una obra hasta 70 años después del fallecimiento del autor y luego todo es blanco ¿cómo puede ser algo más arbitrario? Lo veo complicado. No creo que algo sea de una manera tan absoluta para pasar a otra radicalmente opuesta de un segundo para otro tras 70 largos, larguísimos años.
Es decir, los autores no tienen unos derechos, los tienen todos y los consumidores ninguno. Bueno, sí es cierto que tienen casi todos los derechos, no todos. El único derecho que no tiene el autor, en honor a la verdad, es el de poder renunciar a remuneraciones compensatorias (hablo de derechos patrimoniales que con los morales estoy totalmente de acuerdo) lo que abre interesantes perspectivas para la perpetuación y comportamiento abusivo de ciertas entidades de gestión.
Es curioso ¿verdad?