La irrelevancia y el peligro del pensamiento pequeño

En alguna ocasión ya he comentado la opinión que me merecen algunas posiciones tristemente reaccionarias con respecto a la copia de ficheros en Internet y, si bien con el tiempo me he dado cuenta de lo estéril que es intentar convencer a esa gente de lo imprudente de su postura, no pasa un día sin que alguien más, en ocasiones con importantes responsabilidades, muestre con orgullo su obcecación por la misma forma de pensar. Y de alguna manera eso me preocupa por los motivos que explicaré más adelante.

Me voy dando cuenta del común denominador de esta postura que pasa por negar toda evidencia, rechazar de plano lo que la realidad digital supone para los contenidos inmateriales y todos los desafíos que esto conlleva. Percibo mucho miedo, fruto en gran medida del desconocimiento y terror al cambio.

Vivimos en un periodo que creo es tan apasionante como inevitable; estamos inmersos en un cambio de un paradigma en el que todo lo analógico tiene su expresión digital para pasar a otro en el que todo es digital con alguna expresión analógica. Sin embargo, y como diría Brian Eno, el accidente que ha supuesto que la gente pudiera enriquecerse vendiendo discos tipo CD o DVDs o libros de forma local, choca ya con la necesidad de dejar de pensar en pequeño y empezar a competir en un  mercado global abordando multitud de formas de exposición de las obras que se convierten en la propia publicidad del creador.

Sinceramente, si yo fuera un trabajador de esa industria me preocuparía mucho ante las declaraciones de esta gente de pensamiento pequeño, local, que deja pasar la oportunidad y necesidad de competir en un mercado de casi dos mil millones de personas que usan Internet, sobre todo si éstos tienen cargos de responsabilidad e influencia: Por un lado porque seguro que no serán capaces de asumir el cambio necesario y por otro lado porque en el camino a su destrucción influirán a los legisladores, de más o menos un pensamiento afín o similar, arrastrando la legislación por oscuros derroteros con un deterioro creciente de las libertades de todos, condenando de paso toda posibilidad de continuidad de una industria de enorme importancia.

Cuando el copyright deja de ser un medio para convertirse en un fin estamos ante una religión en la que o crees o eres un hereje, sin términos medios. Entienden que el «copyright» no se puede mejorar salvo para hacerlo más restrictivo. Y temo que en los esfuerzos por mantener artificialmente el accidente del paradigma de venta analógica de CDs, DVDs y libros, esto se parezca más a la oscura edad media en lo que a avance de la tecnología digital se refiere. Eso es algo que no nos podemos permitir como sociedad en los que unos meses de retraso en pensarse hacer algo es una eternidad. La única esperanza es que a pesar de las zancadillas a todo progreso y nueva forma de ver los derechos de autor por cada vez más creadores, artistas y emprendedores, muchos avanzan desde hace años con paso firme y atrevido y sobre todo arriesgando; pues sólo así, con grandes riesgos, se pueden obtener esos grandes éxitos que lo cambian todo.

Para los otros tal vez ya es demasiado tarde. O ya fue demasiado tarde hace ya muchos años.

 

 

Safe Creative #1202201113209

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