El problema de algunos es que creen que puede hacer todo el mal posible, y reconocerlo así, con la única necesidad de, un segundo después, pedir perdón.
El todo el nada, “sólo Dios basta”, como diría Santa Teresa.
Me temo que es hora de despertar y decir que no, que no sólo Dios bastaría ni aún en el hipotético caso de que existiera. Lo que nunca basta es todo lo que hacemos para intentar hacer las cosas, bien, y que reconociendo el error, no es de recibo que nos regocijemos en ello.
Así que vale más un humanista que intenta hacer algo, aunque sea pequeño, por mejorar el mismo para ser mejor con el resto de los humanos, que cientos que lo que único que hacen es rezar por todos los demás,… siempre que estén bien lejos, claro.
Y a la hora de enseñar a mis hijos, intentaré que aprendan a medir a las personas por sus acciones y que señalen sus errores, aunque eso pueda tener consecuencias pues puede implicar dejar en evidencia que el Rey está desnudo.