Causa y consecuencia de la religión

¿Un sistema, consecuencia de unas situaciones, no puede ser, a su vez y al menos en parte, ser causa de otras?

Hay quien defiende que la religión no es causa de lo que consideramos malos comportamientos; que esos actos son única y exclusivamente fruto de la maldad (o psicopatía) de esas personas, que incurrirían en ese mal aunque no tuvieran una religión que les dictara ciertas formas de comportamiento con el que ya estaban de acuerdo. La religión, en consecuencia, no tiene nada que ver de cara a hacer el mal (¿pero y entonces para hacer el bien?). ¿No es acaso el mal, y también el bien, inventos del intelecto humano que acondicionamos en nuestro propio beneficio como individuos, tribu, colectivo y especie?

Hate Church protesting same sex marriage at San Francisco City Hall

A la naturaleza no le afecta lo que creamos que sea bueno o malo. A la naturaleza le importa poco si matamos, quemamos, destruimos o torturamos. Nos importa a nosotros en relación a los demás, y por propio interés de esos ámbitos.

Es importante distinguir entre crear o inventar una religión, elegir una religión activamente y haber crecido dentro de un entorno religioso concreto en el que la capacidad de elección está, al menos en parte, limitado.

¿Pero qué son las religiones? ¿Sistemas para comprender el universo? ¿Sistemas de control social y político? ¿Un conjunto de ideas? ¿Todo eso y más? La religión es, posiblemente, una mezcla de sistema para tratar de explicar la realidad (cosa que no hace bien), que contiene una serie de ideas (algunas buenas, otras malas; producto de elementos de la sociedad ajenos a ella y puros accidentes circunstanciales) que se incorporan como elementos propios, y un sistema de control social y geopolítico (tribal) que transforma en sagradas tradiciones y costumbres. Lógicamente puede haber otras ideas sobre qué es religión, pero cuando se habla de religión es preferible hablar de la totalidad, no de una de sus partes según convenga a la proposición que se desea defender. La religión, para muchos, se pueden convertir en su mundo y único punto de referencia para todo lo que les rodea.

Debemos conceder que hay ideas buenas y malas, y algunas religiones contienen o dan mucho margen a lo que algunos consideramos mejores o peores ideas, y por diseño propio de ciertas religiones cuestionarlas dentro de ellas es entre difícil a imposible, y difícilmente sin consecuencias, que pueden llegar a ser ser dramáticas para el individuo, el colectivo y la propia religión como tal. Esas ideas siguen siendo seguidas hoy en día por algunos que ni se plantean que han podido ser adoctrinados.

Habrá quienes ni siquiera se plantean si hacen lo que nosotros consideramos correcto o no, pues lo que les preocupa es seguir tal interpretación más o menos literal en la que se han criado desde pequeños, o su preferencia, a riesgo de que si no lo hacen pueden sufrir los peores suplicios en la supuesta «otra vida» (hablo de las religiones «abrahámicas» por ejemplo). Y se lo creen tan firmemente que ese imaginario se convierte en su forma de vida. Si las religiones entre otras cosas son un conjunto de ideas, y las ideas pueden ser buenas o malas según nuestro cierto punto de vista, y las ideas que tenemos (propias o inducidas) son los motores que nos mueven a actuar de una forma u otra, las religiones, consecuencia de nuestro natural miedo a lo desconocido, pueden ser, al menos en parte, causa a su vez, y en conjunción con otros muchos factores, tanto de actos negativos como de otros positivos (siempre relativamente hablando, claro).

Igualmente, y como herramienta para entender nuestro entorno, si la religión es una herramienta defectuosa, es ésta causa necesaria del error de las conclusiones a las que llegamos, y no necesaria consecuencia del temor original que nos hizo crearla en primer lugar como sistema para explicar el universo. Eso es así porque la religión no es la única herramienta posible que como humanos podemos llegar a diseñar para explicar el universo en respuesta a nuestros temores e inseguridades.

Ahora bien, como herramienta para la manipulación y el control social y político, hemos de reconocer que algunas religiones son, al menos de forma transitoria, enormemente eficientes.

Es humano elegir una religión, cuando se elige ¿pero y cuando viene impuesta? El apostata es aquel que se da cuenta de lo que reconoce como una farsa e intenta salir de ésta y merece, en consecuencia que se le conceda mérito por tal acto de valor.

Si alguien, por las razones que sean, inventa una herramienta defectuosa y que al mismo tiempo sirve para manipular las medidas a su antojo, este defecto y característica es consecuencia en parte accidental y en parte intencionada de su inventor. Luego los habrá que seguirán usando esa herramienta a pesar de saber de su defecto y precisamente por su intención mientras que otros lo harán sin saberlo o sin ser conscientes del error o la intención ¿en ese caso la herramienta no es causa de los errores en que se incurran? Los resultados, buenos o malos, serán fruto de una combinación de intención humana y seguimiento ciego al instrumento defectuoso.

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