El peligro de los DRM

Publicado el 28 de Junio de 2005

Entre los muchos peligros que acechan al libre intercambio de cultura en Internet, el mayor es sin lugar a dudas el DRM, o Digital Rights Management, que traducido sería algo así como Administración de Derechos Digitales.

Básicamente y para que lo entendamos todos, el DRM se compone de una serie de tecnologías que limitan la posibilidad de que nuestros equipos informáticos realicen ciertas acciones con material protegido por el copyright ©. Las tecnologías usadas son tanto de software como de hardware y se complementan.

La forma de funcionar de los DRM sería más o menos como sigue: Tenemos un equipo con un procesador con DRM integrado en el hardware, tenemos una canción con DRM embebido y si pretendemos hacer algunas acciones concretas el equipo no nos lo permite. Por ejemplo si pretendemos copiar la canción en un CD nos podría decir tranquilamente que no se puede copiar, que el DRM lo prohíbe, o que sólo lo podemos copiar una vez. También podemos tener el DRM metido en el código del programa de grabación, o en el sistema operativo y en función a bases de datos más o menos complejas nos impidan la copia de la canción, o su cambio de un formato de compresión a otro, etc.

Por supuesto que DRM ya se está usando y en el futuro sistema operativo de la casa Microsoft, la que fabrica los Windows seguramente vendrá integrado. Por ahora los DRM se pueden saltar con facilidad cuando hablamos de software, incluso cuando el hardware involucrado está en los propios CDs originales, pero serán más difíciles de saltar cuando vayan integrados en el procesador de nuestro ordenador. Manipular un procesador es prácticamente imposible para la inmensa mayoría de los usuarios de informática.

En estos momentos, y de la mano de las discográficas los fabricantes de procesadores como Intel, AMD etc. están evaluando la posibilidad de introducir el DRM en sus procesadores. Estamos bajo una ofensiva total en la que además de criminalizar tecnologías tan importantes para la humanidad como los P2P, endurecer las leyes sobre la «propiedad intelectual”, crear mecanismos para invadir la privacidad que debería reinar en todas nuestras comunicaciones etc., se pretende además limitar qué se puede o no con los materiales audiovisuales que tengamos no importando el origen de éstos. Pocos recelos quedan a este respecto por parte de las discográficas ancladas en su anticuado sistema de negocio de la demanda sobre bienes escasos (ilógico en la era digital), más por parte de los fabricantes de procesadores, ya que el primero que lo haga puede perder la partida y desaparecer, de eso nos ocupamos nosotros a nivel mundial.

Los DRM dejan en mano de los poderosos de siempre qué podemos o no hacer, qué es bueno o no para nosotros, qué podemos o no escuchar, leer y en definitiva de qué manera tenemos que pensar.

Los DRM van de la mano de aquellos a los que le molesta, no sólo perder dinero (discográficas), sino más importante, de aquellos que temen perder el control sobre la gente (gobiernos, lobbys, etc.). Es un macabro juego en el que sobre el tapete hay cosas tan importantes como la cultura, la libertad de expresión, el derecho a hacer en nuestra casa lo que queramos con nuestros materiales audiovisuales, el derecho a ser individuos capaces de tomar decisiones propias. La gente que accede a la cultura con facilidad es difícil de manipular. Y si dejamos de tener que pagar cada vez que queremos leer un libro o escuchar una canción, incluso los pobres podrán acceder a dicha cultura y empezar a cuestionar las cosas. Tal vez el mundo pueda cambiar para mejor y eso no interese a todos.

Por este motivo hay que luchar contra el DRM y explicar a la gente lo que puede significar que se introduzcan. Hay que rechazar los DRM a todos los niveles y estar atentos a ver qué fabricante es el primero en ponerlos para así dejar de adquirir sus productos. Hay que empezar a rechazar, denunciando si es preciso, los CDs con sistema anticopia o DVDs encriptados (por vulnerar la posibilidad de que hagamos copia privada de ellos), hay que rechazar los sistemas operativos con DRM integrado y empezar a apoyar los sistemas operativos libres (como Linux), buscar nuevos sistemas de compresión amigables con los ciudadanos como los .ogg, en lugar de mp3, y subir la música resultante a la red (si está en domino público o con licencias libres) o compartirla en P2P para realizar copias privadas etc… Y hay que crear, crear bajo licencias libres como Creative Commons (cc), Licencias de Música Libre (LML), copyleft en general. Hay que escanear ya todos los libros que ahora están en el dominio público y subirlos a nuestras webs para que puedan ser descargados por millones de internautas y no se pierdan en el laberinto de los DRM que vengan.

Afrontamos un peligro inminente; las discográficas flirtean con los políticos y cierran los flancos para acabar del todo con la libertad de pensamiento que Internet representa. Además, ayudados de las grandes empresas de software que suplican que se aprueben las patentes de software (el DRM está patentado por Microsoft Corporation) y viendo quienes son los que salen ganando con toda esta sinrazón, el panorama no puede ser más descorazonador. No obstante, ante las dificultades hay que superarse y demostrar que con los internautas (con las personas) no se puede jugar.

Así pues, como nadie va a hacer nada por nosotros (los políticos elegidos por nosotros no harán nada sino escuchar a los que financian sus campañas) es hora de que creemos nuestro propio universo y rompamos las cadenas. Guste o no guste es el futuro lo que nos jugamos.

Demos ejemplo compartiendo nuestras creaciones y todo tendrá que cambiar.

O viviremos siempre en 1984.

Mario Pena (cc) by-sa

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