La memoria en Internet y la cruda realidad

«Cuando la codicia es la principal característica de una generación obsoleta, toda cesión de control a ésta es un futuro riesgo para los consumidores y por ende para la ciudadanía en general.»

Llevo tempo analizando el fenómeno Spotify y lo cierto es que da para pensar muchas cosas sobre cómo éste proyecto ha cambiado o reflejado algunas de las características fundamentales de los usuarios de Internet.

Tal vez muchos no lo sepan, pero Spotify está fundamentalmente financiado por la industria del entretenimiento cuyo modelo de negocio se basa en los del siglo XX. No es que en si eso sea malo, ni del todo bueno, sólo refleja que estamos consumiendo aquello que una industria que durante tantos años ha insultado sistemáticamente a los Internautas decide.

¿Qué lección obtenemos? Bueno, que la mayor parte de los internautas no son seguidores de la causa de un modelo alternativo de creación. La gran mayoría no salen pues de lo que la industria de todos los derechos reservados dice que hay que escuchar.

Otra lección es que la industria del entretenimiento mentía o como poco se equivocaba al decir que los usuarios lo quieren todo gratis y no están dispuestos a pagar.

Por otro lado existe una excesiva y peligrosa confianza en la «nube». El tener nuestras listas de reproducción en la web sin una posibilidad autorizada por los detentadores de los derechos de la obras para descargar esos contenidos de forma libre y gratuita hace que el acceso a éstos dependa de la caprichosa naturaleza de una industria extraordinariamente reacia a evolucionar y adaptarse a la realidad digital.

No existe garantía alguna de que Spotify vaya a ser un éxito o vaya a perdurar eternamente. Por ahora funciona bajo un modelo de oligopolio, puesto en cuestión eso sí, pero excluyente. Sin embargo ¿qué ocurrirá si la oferta se diversifica? Por ahora es improbable, pero puede que mañana existan más spotifies, o al menos deberían poder llegar a existir. La industria apuesta por Spotify cómo única vía temporal que favorece su posición de oligopolio, pero por ahora no son muchas las conversiones del modelo de freesummer a usuario de pago; y el modelo de freesummer no se compensa en términos de rentabilidad dineraria con la publicidad que se incluye (y que considero totalmente equivocada). Eso sí, no olvidemos que tampoco es como que el freesummer no pague nada. La moneda de cambio más importante en Internet es hoy en día la propia información. Ese valor de información que se vierte en Spotify, así como en otras redes sociales, beneficiará a muchas compañías a medio y largo plazo. Ahí la honestidad de éstas es el valor fundamental y tras algunas políticas de Spotify tengo mis serias dudas de su honestidad.

Así que es muy posible que Spotify, si no cambia en su política y su modelo de negocio, acabe fracasando finalmente, o al menos cambiando de tal manera que sea prácticamente irreconocible. Ese día toda esa información se podrá usar para otros propósitos que nada tendrán que ver con la segmentación de la publicidad. Lo podrían hacer ahora y no lo están haciendo, ¿porqué habrían de hacerlo después?

Y depender del capricho de una industria cómplice y causante de la falsa escasez de contenidos es un riesgo casi incalculable. Si de algo sirvió el incidente de los libros borrados de Kindle, es para que fueramos conscientes de que nada es permanente en Internet; y la cultura, que un poco nos pertenece a todos, en un modelo como Kindle o Spotify, sin un almacenaje de seguridad en el colectivo de ordenadores personales de todo el mundo, está en manos de unos pocos sin demasiados escrúpulos.

Cuando la codicia es la principal característica de una generación obsoleta, toda cesión de control a ésta es un futuro riesgo para los consumidores y por ende para la ciudadanía en general.

Así muchos han dejado el P2P, y es lógico, pero Spotify no es la solución para los ciudadanos, es un pequeño paso de una solución para la industria, pero que en el camino es fácil que lleve a un barranco si se ha construido sobre los rígidos carriles de los que carecen de la suficiente visión de futuro.

Sinceramente, espero equivocarme porque en su día la idea de Spotify me pareció fantástica aunque poco innovadora, a la que le faltaba muy poco para ser la auténtica respuesta a los que los ciudadanos demandan y merecen.

Mientras tanto escucharé la música que me gusta y no aparece en spotify y que puedo descargar a placer.

Safe Creative #0909244578521

4 comentarios en “La memoria en Internet y la cruda realidad

  1. Hola,

    me parece un post interesante pero no acabo de entender la idea principal.

    Supongo que influye el hecho de yo no venga de la cultura copyleft, pero en lugar de criticar a Spotify recordando que la industria nos ha engañado y que nos dicen qué escuchar, prefiero aplaudir que estén participando del, quizás, mejor sistema para acceder al mayor número de canciones, de la forma más rápida y a un precio bastante bajo, lo cual me parece una forma de adaptación bastante radical.

    Sobre la conclusión de que «la mayor parte de los internautas no son seguidores de la causa de un modelo alternativo de creación», si esto ocurre será porque seguir una causa tiene más de militancia que de entretenimiento. Lo que hay que seguir es la buena música, y que sea fácil acceder a ella, que es lo que consigue Spotify.

    En definitiva, lo que percibo es que se critica a Spotify porque se ha aliado con la «industria» y que de ahí podrían venir sus males. No lo sé, ojalá no sea así.

    Sabes si para subir canciones a Spotify es imprescindible el copyright? Se pueden subir música libre?

    Un saludo

    1. Hola Ginés, gracias por el comentario. Lo cierto es que tal vez el título del post no acabe reflejando lo que quería comentar. A veces tenemos unas ideas en la cabeza y nos resulta difícil expresarlas por escrito.

      En realidad, si lees mis anteriores artículos, verás que en su día Spotify me pareció una idea estupenda y como tal la sigo defendiendo (la idea). Me parece poco ambiciosa, pero es cierto que la industria no está dispuesta a ceder nada más. El problema es que hay ciertas actitudes con respecto por ejemplo a la publicidad y la forma en la que fuerzan que se escuche que dice mucho más de ellos y su filosofía que cualquier declaración pública.

      A esto hay que añadir que realmente no están consiguiendo las conversiones de gratuito a pago que necesitan y gestos como el forzar a escuchar publicidad es algo que yo critico porque me parece un insulto y por lo tanto no confío. Antes de ver aquello hubiera incluso pagado el dinero, pero ahora ya no.

      Mi crítica a los internautas es precisamente a éstos, más que a Spotify. En ese caso éstos hacen su juego y juegan bien sus cartas. El hecho es que la «gente» en general, y siempre es peligroso generalizar, no le da una oportunidad a otro tipo de creación. Rápidamente olvidan por diversos motivos quien está detrás y detrás está una industria que por un lado nos da Spotify y por otro demanda por cientos de miles de dólares a otras personas por compartir 12 canciones. Esa es la realidad. Nos dan lo de siempre que por cierto lo tengo en CD original desde hace años y no nos paramos a pensar en qué pasará cuando Spotify cierre, que puede cerrar, y de qué manera nos harán tan dependientes de su modelo de negocio para que les compremos. Sí, es su juego, por por ahí hay mucha música y buena y nos conformamos con lo mismo de siempre que por muy bueno que sea, no da paso a otra forma de crear que puede ser tan buena o mejor y que en muchos casos así es sin duda.

      Sí que tiene algo de militancia, o de coherencia. Son muchos los que han pedido «boicot» a SGAES y similar, a lo que siempre me he opuesto, y ahora no dudan en usar exclusivamente Spotify. No digo que no se puedan usar estas fórmulas, repito que si no he vuelto a usar Spotify no es porque esté la industria detrás, sino por lo que me revelan de su personalidad con lo de obligar a escuchar la publicidad si usas un Mac (mirando cuando bajas el volumen).

      Los males de Spotify sí vendrán de la industria. De hecho si no es un modelo perfecto o cercano a la perfección es por la industria. Es más, están consiguiendo mucho dinero de inversores, pero están en una situación precaria. Es posible que Spotify fracase. Es la propia industria del entretenimiento la que ha forzado que se aseguren las escuchas de la publicidad y honestamente, prefiero otros proyectos que son mucho más transparentes en este sentido.

      Sobre lo que comentas de subir canciones a Spotify esa es una de las claves, no puedes. Sólo está la música que ellos autorizan y como la autorizan… y de la misma manera pueden hacer que algo desaparezca o que algo nunca se llegue a escuchar ahí. Facilitamos listas de reproducción, saben qué funciona cómo y para quien y esa es la información con la que alimentamos a la industria. ¿Cómo lo usarán? No lo sé. No me gusta pensar mal, pero la industria del entretenimiento carece, a mi juicio, de credibilidad, honestidad o transparencia. Desconfío y me temo que no es mi culpa que desconfíe. Si en algo me he esforzado ha sido en buscar soluciones para la industria, pero no parece que sean soluciones lo que busquen. Así pues, que yo sepa, no se puede subir música libre y es una pena porque hay cosas muy buenas por ahí.

      En cualquier caso, muchas gracias por tus reflexiones. Es un placer mantener este debate.

  2. Hola Teo, gracias por el comentario. No conocía la paradoja que citas pero realmente tiene sentido. Es lo que se observa. Una increible concentración de capacidad de aglutinamiento de contenidos en manos de unos pocos. Existe además una percepción negativa, pero que se basa en una relación amor odio. Eso sí, hay muchos nichos de contenidos alternativos pero poco visitados. Muchos contenidos, poco tiempo y la necesidad de procurar los elementos básicos para sobrevivir. Los retos son enormes. Habría que copiar todos los contenidos varias veces y sin límite de capacidad de transformación en todos los equipos y una indexación avanzada de todos éstos. Semántica, capacidad de buscar según los intereses y multiplicidad de formas de acceso.

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