
La industria del entretenimiento piratea la cultura que en un mundo sano sería hace tiempo de la humanidad a la que pertenece. La infinita ironía nos demuestra la fragilidad del «cloud computing» o «cloud storage» ante lo infinito de la estupidez humana.
Cuando leo una noticia así, la rabia que siento resulta casi logra marearme, y no tanto por lo que hacen algunos necios, sino porque somos los ciudadanos los que lo consentimos. Hemos consentido al no exigir un cambio radical en la leyes de «propiedad intelectual». Pirata es gran parte de la industria del entretenimiento, no los ciudadanos que comparten. La piratería, además del plagio, es precisamente lo que ha hecho el editor de estos libros y Amazon.
Si alquien quiere realmente comprarse un Kindle debería pensarselo dos veces.
Por desgracia en el futuro, con la popularización del consumo por streaming, seremos testigos tal vez mudos y sordos de más noticias como ésta. Spotify es un ejemplo de producto que puede y de hecho sufrirá de lo mismo. Se controlará qué está disponible y qué no, qué debemos consumir o qué debemos dejar de poder acceder. El propio concepto de que los contenidos estén online está puesto en entredicho e incluso proyectos honestos en este sentido pueden verse muy negativamente afectados por ciertas actitudes que flirtean con el totalitarismo más recalcitrante.
No existe una solución a gusto de todos, pero tal vez el «cloud storage» y «cloud computing» ideal no será el de unos pocos ofreciendo sitio, contenidos y potencia de computación, sino la vieja idea de que sean los ordenadores de los ciudadanos los que lo ofrezcan de forma infinitamente redundante gracias al p2p, y todo con el objetivo de preservar la cultura que nos ha sido pirateada durante varios siglos por una mala interpretación de quién es dueño de qué… en lo que a autoría se refiere.
Por suerte yo tengo ambos libros de Orwell desde hace muchos años en mi estantería. En papel, comprados, leídos y releidos. Gracias a ellos he aprendido sobre lo que algunas industrias pretenden hacer con su doble pensar, con su control de la palabra escrita.
Es hora de que reclamemos sin un atisbo de vergüenza, lo que por derecho es de la humanidad.
Al menos todavía hay esperanza.
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Entre esto y la filtración de datos de Sony (2 años después) parece que poco a poco se van desmoronando las ventajas del cloud computing/storage.
De lo cual me alegro, pues no tienen bastante poder ya como para que le sirvamos el resto de nuestras vidas en bandeja.