Ayer tuve la dudosa suerte de cruzarme con varios autodeterminados oprimidos de Euskadi. En su paseo libertario con sus límpidas botas de monte (salvo por la mezcla de alcohol y meado que pisan en sus aventuras nocturas) y pantalones inmaculados de monte dejaron cristales de botellas rotas por los parques donde juegan los niños y …