Era escaso el papel en aquella época en la cual te vi por vez primera. Te admiré porque vi en ti lo que más admiro en cualquier ser; la capacidad de ensoñación.
Escribías con tu mirada líneas en mi imaginación, líneas que ya no olvidaría jamás. Criatura del destino hablando de cara al océano aquella vez que por primera vez sentiste el amor; y los que te escucharon ansiaron conocer tal sentimiento.
Era escaso el papel en aquella época mas no la memoria de la eterna imaginación de los que te escucharon…
Mas sólo yo no quise saber a quien amabas por temor a no ser yo. Te miré desde la lejanía, en este precipicio, lejos del sonido de tu boca, cerca de tu esencia, de tu imaginación.
Y cuando pronunciaste el nombre del que amabas, cerré los ojos y susurré el mío suplantando en mi mente a aquel que tu dijiste y yo nunca escuché
Mario A. Pena (1994)