El nivel argumentativo de la gente religiosa «practicante» y pongo con comillas con muchísima intención, no es que sea muy alto que digamos. Lo cierto es que aunque en un primer momento la idea del «Bus Ateo» no me pareció excesivamente interesante, está produciendo efectos interesantes. Mucha gente cuestiona las cosas, algo que siempre es positivo a mi juicio, pero es que además muestra el tipo de argumento que los muy religiosos esgrimen. En el fondo no es otro que el decir que Dios existe.
Es importante reseñar que decir que Dios existe no hace que automáticamente éste exista, sino que alguien lo dice. El método científico, el pensamiento crítico, no puede aceptar este tipo de «argumento» o «prueba» como válida, porque sencillamente no lo es. Decir que Dios existe equivale a decir que las hadas existen. Si yo digo que las hadas existen ¿existen acaso?
Sencillamente no.
Tampoco hay que olvidar que es aquel que afirma la existencia de algo quien tiene que aportar pruebas y en el caso de seres como los distintos dioses las pruebas han de ser también potentes e irrefutables. Por desgracia para ellos en los miles de años de existencia de toda clase de supersticiones nadie ha aportado una sola prueba que confirme la existencia de un solo dios. Vivir a expensas de lo que unos seres humanos interpreten como voluntad de unos seres cuya existencia está lejos de ser siquiera probada, no parece lo más lógico ni razonable.
La superstición es la superstición y todos lo somos más o menos. Pero la superstición condiciona la forma en la que vivimos y la forma en la que nos comportamos con los demás. La supersitición distorsiona y limita. La superstición religiosa no es distinta de la creencia en hadas o los goblins. Podríamos argumentar infinidad de percepciones personales de que toda clase de seres fantásticos existen, pero no existen sino en nuestra mente. No existen en lo tangible.
¿Qué pasaría si hubiese un autobús que dijera «Las hadas y los trasgos probablemente no existen, disfruta del bosque»? ¿Se indignarían de igual manera los Roucos, Kikos y señoras profundamente creyentes del mundo?
Creo que en el fondo de lo que tienen miedo es de la realidad que todos sospechamos. Si han reaccionado con tanta fuerza contra una simple publicidad es prueba de la propia fragilidad de su creencia supersticiosa.