Hasta Bono, líder de U2, cae en la trampa en la han caído tantos artistas, la creencia a ciegas de que la propiedad intelectual es algo distinto al monopolio que realmente representa, algo más cercano a la propiedad física que obedece al concepto suma cero.
Los lobbys de obsoletos intermediarios que no quieren saber nada de la realidad y el componente digital e inmaterial de ésta, les han comido la cabeza de tal manera para justificar su incompetencia a la hora de enfrentarse al desafío de la tecnología, que ya no distinguen a fans de ladrones. De hecho ven a su fans como criminales y no a aquellos que les deberían haber desarrollado los modelos de negocio del futuro cuando pudieron.
Nadie duda que un creador tiene derecho a poder ganar dinero por su trabajo, pero no es nuestra obligación pasar por sus modelos anacrónicos que nada tienen que ver con cómo es Internet, nuestro entorno y nuestra casa. Es más, para mantener el modelo que ellos tratan de imponer en pleno siglo XXI no les queda más que acabar con Internet tal y como es y de paso la privacidad y la innovación tecnológica. Si dejamos que eso pase sin luchar hasta el final ¿cómo podremos mirarnos después al espejo?