Y es que aunque le pongas un nombre molón no deja de ser un DRM que por pura concepción es una atrocidad para el contenido. El DRM, no nos cansaremos de decirlo, condena a grandes cantidad de contenido a su segura desaparición rompiendo de facto el enlace entre creador y audiencia; matando per se el objetivo fundamental de la creación de contenidos de todo tipo y cultura.
Lo llaman Ultraviolet y según sus creadores será definitivo. Como fueron definitivos todos los anteriores que finalmente no fueron tan definitivos después de todo. Pero es que aunque encontrasen un DRM definitivo el problema es que el propio DRM es en si un fracaso, representa el fracaso por contratar y pagar a malos asesores, por no ser capaces de crear nuevos modelos de negocio basados en la realidad digital y tratar de convertir a los contenidos digitales, en un ejercicio de incompetencia, en contenidos analógicos de forma engañosa, fraudulenta.
El DRM como Ultraviolet o el p1817 son muestras de desesperación de gente que cree que podrá controlar a los nuevos nativos digitales. Las consecuencias, por otro lado, son dramáticas. Miles de contenidos que se venderán con fecha de caducidad. Poner fecha de caducidad a un contenido que tarde o temprano debería devolverse a quien acabará perteneciendo, a la humanidad, es un acto de piratería.
Pero lo peor es que esas industrias no dejan de embarrar sus cimientos gastando dinero en tecnología que en si supone su propio tendón de Aquiles en lugar de explorar nuevos escenarios, que podrían potenciar gracias a los medios de los que disponen. El error lo pagarán caro porque además de la competencia entre ellas mismas, cada vez con más frecuencia tendrán que competir con contenidos que los propios usuarios a los que llaman directamente criminales en potencia acabarán creando con mayor calidad y frecuencia. La lucha promete. Veremos quien gana. Yo apuesto por el sentido común y la ciudadanía. ¿Vosotros por quién apostáis?