Los sistemas corrompidos favorecen a los corruptos

Lo primero que hay que decir es que por encima de todo hemos de tener en cuenta la presunción de inocencia, algo que muchos de los arrestados en la operación del fin de la semana pasada contra directivos de SGAE y SDAE no desean para ciertas páginas de enlaces.

Dicho ésto creo que es importante aclarar ciertos conceptos pues mucha gente se ha alegrado muchísimo por las detenciones, como si éstas representaran un fin en si mismas o una claudicación de ciertos grupos pro-copyright extremo. Nada más lejos porque:

1.- Esto es sólo el comienzo de lo que esperamos sea un juicio que esclarezca las siempre oscuras cuentas de ciertas entidades de gestión para cuyos directivos hemos de, pese a nuestros deseos personales, defender la presunción de inocencia con la misma fuerza con la que éstos y muchos de los que los apoyan la niegan por igual a ciudadanos y páginas web de enlaces y descargas.

2.- Nos podemos encontrar ante un genuino caso de piratería auténtica, en la que los supuestos guardianes de los intereses de los autores, principalmente los más pequeños, han presuntamente optado por apropiarse del dinero de éstos para su exclusivo lucro.

3.- Nada ha cambiado con el copyright actual que en realidad es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la humanidad. La cuestión última es que la deriva extremista de las leyes de derechos de autor y copyright, que ya chocaban con la realidad en pleno siglo XX, compromete la innovación y los ingresos actuales y futuros de los autores al no permitirse explorar, por activa o pasiva, nuevos modelos de negocio y valor además de la capacidad de acceso al conocimiento y la cultura de los países más pobres.

Conclusión:

Estamos a pocos meses o días de demostrar una vez más que efectivamente un sistema corrompido favorece a los corruptos. Pero no debemos perder de vista que el sistema actual de copyright y derechos de autor lejos de mejorar ha empeorado hasta extremos que no podíamos ni soñar. Y continúa empeorando. Es vital que entre todos, en mayor o menor medida, devolvamos a las leyes que regulan los derechos de los autores a la senda de la cordura de la que jamás debieron escapar por el sólo beneficio de grandes corporaciones y no de los autores, intérpretes y creadores en general.

 

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