La palabra piratería y el marketing

La palabra «piratería» se está usando desde hace muchos años de forma peyorativa como forma de prejuicio de una actividad que puede, o no, ser ilícita. El término se ha convertido una potente herramienta de marketing análogo – que no equivalente – al término «guerra contra el terrorismo» ideado, en efecto, por una empresa de marketing.

El problema de usar este término en una discusión es que se pone a los oponentes en la tesitura de posicionarse a favor o en contra de «la piratería» como si todas las actividades que engloban fueran de la misma naturaleza criminal o ilegal. Al aceptar el término, se acepta, de alguna manera, la definición o prejuicio que sienta tal palabra.

A lo largo de los años he visto que la gente llama piratería a una muy amplia gama de actividades, como por ejemplo: La copia entre particulares de contenidos, la grabación en cassette, el pasar la música de un CD a un mp3, el uso de licencias tipo Creative Commons, que un creador regale sus propios contenidos, el poner enlaces a obras con o sin permiso, citar partes de obras sin permiso expreso, hospedar obras para su descarga sin permiso, plagio, remezclas, etc.

Ocurre que no existe una única posible definición de piratería. A punto uno podría llegar a un acuerdo cuando hablamos de aquellos que abusan para beneficiarse del trabajo de otros creadores, pero cuando nos encontramos que en esa definición cabrían en ella las actividades de muchas grandes compañías del entretenimiento.

De hecho, y en honor a la verdad, muchas de las actividades citadas más arriba son ilegales en la mayor parte de los países, o se legisla para que lo sean, pero otras no. Sin embargo cuando se habla de «piratería» no se diferencias unas de otras. Todo va junto en función de lo que el que usa la palabra interpreta como actividad ilegal y se resume en copiar contenidos sin pagar. Da igual qué contenido o de qué forma se haga.

De ahí que la palabra piratería, en relación a contenidos digitales, no sea un hecho, sino una simple opinión cargada de prejuicios y por lo tanto un elemento falaz en cualquier debate.

Debemos rechazar el uso de la palabra sin que exista un desglose previo y claro de cuales serían las actividades que se consideran ilícitas y haya un consenso entre los interlocutores. Finalmente lo mejor es usar otra terminología, como «presunta infracción de copyright» o casi mejor «supuesta infracción de copyright». Y lo digo porque por ejemplo, en mi opinión, piratería (o corsarismo) son los contratos de 360º que algunas discográficas imponen, o los supuestos plagios  de grandes compañías que hoy forman los principales lobbys de persecución de los ciudadanos a modo de caza de brujas, o la continua extensión de los años de secuestro de los contenidos que deberían haber vuelto al dominio público, o como ejemplo con el que más de acuerdo podemos estar; el plagio.

Porque yo estoy en contra de la piratería tal y como yo la entiendo, pero no deja de ser mi opinión y no puedo forzar a nadie a estar de acuerdo con esa acepción, por lo que hablemos de suposiciones, de casos concretos y de presunción. Será mucho más fácil entenderse si usamos un lenguaje que todos comprendamos.

 

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