La confusa lucha por la defensa de las libertades en Internet

Cuando hablamos de defender las libertades en Internet y las ejemplificamos en lo que ocurre con la continua radicalización de las leyes de derechos de autor solemos incurrir en errores y equivocamos estrategias.

Existen muchas sensibilidades distintas en esta lucha. No existe un único movimiento por la libertad sino que hay muchos. Eso es parte de nuestras virtudes y defectos. No podemos asumir que el mensaje que se transmita sea homogéneo y eso en si es bueno, pues es más difícil de atacar por parte de las corporaciones. Al mismo tiempo tendemos a pensar que es necesario tener un mensaje uniforme que transmitir. No es cierto. Lo primero es asumir que esto es un ecosistema de interrelaciones, que no existe una visión única sino miles, pero que todas confluyen en la necesidad de liberar la cultura, dignificar al ser humano, buscar la justicia, la libertad y la igualdad; aunque tal vez por vías y en plazos distintos.

Nuestro mensaje equivale muchas veces a palmadas en la espalda. Nosotros escribimos para nosotros mismos. No traducimos para los jóvenes. No hablamos en su lenguaje. Todo el esfuerzo por redactar y escribir doctorados es esencial mas sólo tendrá su recompensa si lo traducimos de manera que lo entiendan y acepten las nuevas generaciones. Es esencial tener un plan de comunicación de marca, o marcas y con lenguajes que sean universalmente aceptados por aquellos a los que nos debemos.

No es una lucha de usuarios contra creadores. De hecho muchos creadores son los principales impulsores de la cultura libre. Es más, muchos otros creadores son poco menos que peones de las grandes corporaciones. La continua ampliación de los términos de protección y robo del dominio público va directamente en contra de los intereses de los creadores y ciudadanos y rinde a favor de grandes corporaciones sin ninguna intención de cambiar sus modelos de negocio analógicos, y por otro lado las principales piratas de los autores e intérpretes. Un creador puede lograr grandes cosas si se puede libremente basar en las obras de sus anteriores. Las extensiones del copyright impiden que se pueda crear sobre lo creado, eliminando el sustrato esencial del que se nutre todo creador.

Los culpables de las pérdidas de trabajos en la industria del entretenimiento es de las corporaciones. Es un mensaje que no alcanzamos a transmitir con suficiente contundencia y un gran argumento a favor de los nuevos modelos de negocio. Son las grandes corporaciones las que se han negado a innovar en sus modelos de negocio poniendo al borde del desastre, o directamente en el paro, a miles de empleados que dejan de ser necesarios de un momento a otro. Es como el ejemplo de los fabricantes de hielo que en lugar de dedicarse en su día a pasarse a construir frigoríficos se limitaron a ampliar su producción de hielo por sus vías tradiciones desapareciendo de un día a otro sin posibilidad de reconversión para sus empleados.

La piratería es las que se hace con dominio público. Se supone que el monopolio concedido a los autores debía defender a éstos de los editores. De hecho lo que se crea, una vez vence el monopolio, vuelve a la sociedad. Así pues somos los ciudadanos quienes permitimos, mediante leyes, que sean los autores los únicos que puedan decidir sobre sus obras a sabiendas de que dichos contenidos retornarán a nuestro acerbo cultural. Sin embargo no ocurre así pues la perversión hace que dicha devolución no llegue nunca. Cuando esos periodos van a expirar, las corporaciones presionan para ampliarlos con tendencia hacia el infinito. Eso es el pirateo de lo que nos pertenece. Es esencial transmitir el daño irreparable para la sociedad en general que todo esto representa.

La culpa es nuestra. Nosotros seguimos votando a los mismos políticos que se dejan comprar por esas corporaciones. Los mismos políticos que ignoran los informes científicos de los auténticos expertos del copyright que piden que se rebajen los periodos de protección. Los mismos políticos de partidos mayoritarios que quieren hacer caja de votos pero que luego no dudan en votar en contra de los intereses de los electores y actúan únicamente a favor de las empresas. Hemos de dejar de votar a esos políticos mientras no hayan hecho algo para devolver sensatez efectiva a las leyes de los derechos de autor. Este mensaje es esencial y de él depende cualquier esperanza para una sociedad en grave peligro.

No sólo hablamos de poder bajar películas o canciones. Hablamos del acceso a la cultura, al conocimiento y a la libertad de expresión. Son pilares fundamentales para controlar y denunciar los abusos de los poderosos. Y es esencial para evitar injusticias, luchar contra el hambre y despertar conciencias de un largo letargo. En juego está, como he dicho, nuestra libertad representada por la propia naturaleza de Internet.

Texto por Mario Pena en expresa devolución al dominio público:
Safe Creative #0912275211077

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