Los extremos a los que pueden llegar los abanderados del integrismo del copyright son tan extraordinarios que no podemos dejar de pensar en el libro de George Orwell, 1984, cuando leemos algunas cosas que dicen.
El jefe de ASCAP Paul Williams, que no dudó en arremeter contra los autores que optamos por usar, por ejemplo, licencias Creative Commons, no quiere debatir en público con Lawrence Lessig, fundador y ex CEO de Creative Commons.
Básicamente su argumento es que un debate con Lawrence Lessig es una maniobra para silenciar sus opiniones.
Sí, sí, un debate equivale a silenciar.
¿No será más bien que tiene miedo de quedar en el más absoluto ridículo ante los argumentos del Sr. Lessig?
Mr. Williams, su postura no puede hablar con mayor elocuencia de lo poco que cree usted en sus propios argumentos, falacias en su mayor parte, por otro lado.
En realidad si alguien se silencia y se califica es él mismo. No hace falta debate porque por el simple hecho de rechazarlo ya ha tirado por tierra toda su pretendida argumentación y «verdad» absoluta. Es muy triste. Me hubiera gustado ver a Larry desmontar con educación y conocimiento todas y cada una de las declaraciones de Williams, pero se ve que no se atreven. Así de simple. Tienen miedo a la realidad. La realidad molesta. La evidencia tiene que ser evitada. La ciencia no cabe en un debate viciado en el que sólo puede servirles la fe ciega a «todos los derechos reservados».
Si empiezas una nueva batalla, estate dispuesto a llegar hasta el final o dañarás más a tu propia causa.
Esperemos que Williams pida disculpas públicas por sus palabras a toda la comunidad de artistas, creadores y activistas que de verdad creemos en la cultura y el futuro de una tecnología que ayuda a difundirla y usarla con grandes beneficios para la humanidad.
Recuerdo que hablando con Mike Linksvayer, vicepresidente de Creative Commons, me comentó que si algo había logrado la carta de Williams era precisamente una respuesta de unión y defensa de la cultura por parte de casi todos lo partidarios y usuarios de ese tipo de licencias. Eso sólo demuestra la incompetencia fruto de la presunción de gran parte de los defensores más radicales y reaccionarios del copyright extremo.