Desde el privilegiado punto de vista que tengo gracias a mi trabajo en Safe Creative, me doy cada vez más cuenta de lo muerto que está el concepto de copyright (derecho a copia – del titular de los derechos – literalmente) basado en conceptos del siglo XIX y XX.
Nótese que expresamente no digo que el copyright al completo esté muerto, sino la concepción decimonónica de éste, el de basarse en impedir la copia salvo en casos muy puntuales.
Y esto es así porque cada vez la gente más joven, la que hará las leyes del futuro en relación al copyright se preguntan con cada vez más insistencia «¿porqué no puedo copiar un contenido digital?» «¿qué tal malo es duplicar un fichero en mi equipo?»
El por qué y qué tiene de malo una simple acción se abren en el imaginario de la sociedad constreñida durante siglos por las limitaciones del acceso a los grandes canales de distribución, producción y promoción. La cuestión llevará su tiempo, pero lo cierto es que ni los defensores a ultranza de «todos los derechos reservados» se lo siguen creyendo. Las grandes industrias de intermediación se dieron cuenta hace años que la clave está en la exposición en el «awareness», que la gente sepa que algo existe para que se pueda hacer negocio con y alrededor de éste. Y para lograr que la gente sepa que algo existe es preciso que eso sea copiado, reproducido y usado hasta la saciedad en toda una gran variedad de contextos con la esperanza de que en algún momento se vuelva viral.
Ya pocos apuestan realmente por limitar de forma absoluta el acceso a sus contenidos. Esta visto cada vez más como una desventaja competitiva y lo curioso es que cuando entornas la puerta que permite de alguna manera la copia parcial de los contenidos, ya no se puede cerrar. En todo caso se abrirá más y más hasta convertirse en el modelo por defecto; nadie concebirá otra forma de hacer las cosas de igual manera que en los años 80 tampoco se veía otra forma de comercializar el cine y las películas.
Y cuando algo se hace ya para siempre, necesariamente ha de modificar las leyes.
Puede que lleve más tiempo del que muchos desearíamos, pero la necesaria adaptación de las leyes del copyright a la evidencia digital que muestra Internet, es imparable.
Por ahora si el copyright es como es, y si sigue habiendo demandas, amenazas, cierres y leyes contra los enlaces, es porque responden a un esquema muy distinto del declarado de ayudar a los «creadores», que es el de dar herramientas a la censura, al control de la opinión de la población y sobre todo, mucho dinero a muchos abogados que de otra manera no podrían justificar su existencia. El copyright tal y como era en el siglo XX y XIX es por hoy sólo útil a los litigadores, pero el sustrato social que lo permite se va desmoronando lenta pero inexorablemente. El nuevo modelo de derechos de autor está representado por los modelos de negocio del futuro e incluyen que el copyright pasa a ser una posibilidad para todas y cada una de las personas que se conectan a Internet.
Pero el copyright tal y como era ya ha muerto. Sin embargo con un cadáver todavía se puede hacer mucho negocio y hasta que no se exprima hasta el último centavo, se seguirá usando y abusando de él.
Parece que la conciencia colectiva empieza a despertar, a cuestionarse el por qué de todo esto.
¿Debe ser la sociedad la que impulse el cambio legislativo, o debe ser la legislación la que se interprete conforme a la realidad social del momento?
Ambas cosas deben ser, y creo que la fundamental y la más inmediata es la interpretación, cosa que vienen haciendo los jueces, a mi parecer racionalmente y absolviendo acusados de denuncias absurdas.
Se sigue pidiendo la ampliación de la protección tras la muerte del autor. Este copyright muerto quiere seguir protegiendo a sus autores muertos para que sigan rentando y … Zombie-creando? Todo el sistema de protección actual responde exactamente a eso, a la protección de la muerte, de la obsolescencia, en un intento desesperado por aferrarse a un mercado en extinción.
Seguirán viendo puesta a disposición y ánimo de lucro donde no los hay, y si es necesario, idearán nuevos delitos.
Mientras tanto, los vivos seguirán creando al margen de todo esto y eso es vida y la vida es imparable.
El copyright pierde su sentido como tal, en el momento que las copias pasan de ser creadas por una minoría de personas a poder hacerlas cualquiera, con un costo infinitamente menor y encima a muy poco tiempo. Eso en primer lugar.
Por otra parte económicamente los estudios que demuestran que las descargas lejos de ser un problema para los artistas son beneficiosas. Porque o no perjudican las ventas o incluso las aumentan.
Luego está la conciencia social, que despierta y dice que porque un tío puede vivir de una canción de hace 20 años y pudiendo ganar potencialmente millones y otro necesita trabajar todos los días, para ganar mucho menos e incluso miserias.
Aparte estamos los autores que usamos licencias no restrictivas o libres y que sinceramente no es que no nos importe el dinero, pero es secundario, respecto a que cualquiera pueda acceder a nuestras obras.
E incluso que Internet está mejor preparado para los anteriores, que para el copyright. Este es un sistema muy cerrado e Internet es el único espacio de libertad pura, con lo cual, ya es una ventaja.
Y todo esto fuera de la prepotencia y egocentrismo, de no pocos que defienden el copyright clásico o anticuado. Y que se creen que están en posición de lo que podemos o no podemos hacer en la Red.
Salu2
Internet es libertad le pese a quien le pese y ha supuesto la verdadera democratización del conocimiento aunque no estaba en el guión. Como consecuencia de ello, a través de Internet se gestarán los cambios que la sociedad necesita y reclama en la encrucijada histórica que vivimos. Los esquemas y conceptos obsoletos ya no tienen fácil cabida en en esta nueva era a no ser que evolucionen de tal modo que sean aceptables por la mayoría. Parece como si algunos estamentos tuvieran la sensación de que Internet se les ha ido de las manos y ya no pueden controlarlo todo como de costumbre, de ahí los ataques que se están produciendo a nivel legislativo-restrictivo y que, a buen seguro continuarán, pero esto es imparable…