Tal y como he comentado en Meneame, y repito aquí, tras el último atentado de ETA (Energúmenos Terroristas Asesinos según una definición que mejor les califica), demuestra, o consuma el engaño e intento de engaño no sólo a la ciudadanía en general sino incluso a sus bases, constituida por muchas personas que en más de un caso vieron con buenos ojos el alto el fuego “permanente” de la mafia terrorista.
Las actividades criminales y cobardes de la banda demuestran algo que muchas veces pasamos por alto pero que es esencial analizar y comprender en profundidad. ETA, pese a lo que la gran mayoría de la población vasca le ha requerido, se niega a abandonar las armas y disolverse. En lugar de eso sigue tutelando a una ciudadanía a la que no respeta y a la que no considera con capacidad de decidir por si sola y luego piden en un ejercicio de hipocresía, que elimina cualquier atisbo mínimo de credibilidad, que se respete la voluntad del Pueblo Vasco.
La propia existencia de ETA, el brazo militar que haría muy buenas migas con los defensores del término “daño colateral”, no respeta la voluntad de un pueblo al que dice defender para que su voluntad sea respetada. Esta hipocresía letal demuestra que el fin último de estos asesinos no es otro que el perpetuarse mientras pueda, porque hace tiempo que sus “argumentos” han sido uno por uno desmontados, no sólo por aquellos que no apoyan la independencia del el País Vasco de manera cabal, sino incluso por aquellos que sí la apoyan. Hablo de grupos políticos o facciones políticas que han demostrado que se puede luchar por la independencia con las herramientas que los tiempos modernos nos otorgan, mediante la palabra, la concienciación, la movilización social y la renuncia inequívoca a todo tipo de violencia.
Si la ETA percibe que la “violencia” que se ejerce sobre ella es mala, la suya no deja de ser por ello mala (más bien peor en términos relativos) y se califica por tanto a si misma.
En cualquier caso la ciudadanía hace tiempo que se ha cansado, décadas ya, y ya nada será igual que antes. Ahora podemos hablar alto y claro pues vemos cómo será el futuro y sabemos qué es realmente lo que preocupa a la sociedad y desde luego que no es lo que diga ETA, más bien lo que haga, pero sobre todo los problemas sociales que por causa de estos asesinos cobardes y mafiosos pasan a un desgraciado segundo plano, como la situación laboral y financiera de una sociedad que sufre el embate de la especulación más descarnada. Una sociedad a la que la actividad de una panda de asesinos no le parece más que una burda maniobra para conseguir publicidad gratis y perpetuarse económicamente a costa del sufrimiento de terceros.