¿Tiene sentido el registro de la propiedad intelectual del ministerio de cultura?

Esta es la cuestión que dejó en el aire Ricardo Gómez Cabaleiro, Coordinador del Instituto de Derecho de Autor del Grupo SGAE, durante la celebración de la conferencia sobre el Papel de los Registros de Propiedad Intelectual en la Era Digital.

Fue una de las cuestiones que más me sorprendieron cuando Ricardo analizó las posibilidades y amenazas entorno al modelo de Safe Creative.

Creo que realizó una interesante reflexión ya que comentaba que en su día, a lo largo de los años, el Registro de la Propiedad Intelectual, RPI para acortar tenía distintas funciones bien definidas. Si no había registro, no había autoría. Era obligatorio registrar para tener esos derechos. En ocasiones el RPI sirvió bien a la censura y en otras ocasiones a nutrir de libros a la biblioteca nacional, pero hoy ¿a qué propósito sirve? Comentaba que la principal función que puede tener el RPI del Ministerio de Cultura no es tanto la prueba de autoría que es mejor y más sólida si se hace ante notario ya que evita, por ejemplo, tener que responder con estos registros ante posibles embargos, sino el ofrecer información y en ese sentido un registro online digital como el de Safe Creative tiene una clara ventaja y proyección de futuro.

Debate

David Maeztu respondió muy acertadamente comentando que si bien es cierto en parte, no hay que olvidar el enorme, inmenso depósito de obras que entran en del dominio público y que gestiona el Ministerio de Cultura, motivo por el cual el RPI no es que sea útil, sino totalmente necesario de cara a preservar el acervo cultural por al menos un periodo de 80 años vista.

La siguiente crítica constructiva hacia el modelo de Safe Creative, por parte de Ricardo Gómez Cabaleiro, se centró en la viabilidad en nuestro entorno legal, el español, de las «licencias» Creative Commons que por lo menos cuestionó. En ese sentido escuchamos opiniones bien distintas en boca de varios abogados como Javier Maestre de Bufete Almeida y otros debatientes, con lo que al final no quedó del todo claro si usar una licencia CC es realmente un contrato o no. Más allá de todo ello, Safe Creative es un proyecto mundial que se mueve especialmente en el entorno de la realidad digital y por lo tanto tiene que ofrecer toda la gama de licencias y formas de establecimiento de derechos existente por un motivo un un motivo único: Nuestros usuarios (creadores) lo demandan.

Al final la realidad digital dibujará las leyes del futuro. Entre tanto el registro online es un mero testigo y como tal actúa. Si bien es cierto que por el momento los proyectos que más se han acercado a nosotros son aquellos que usan copyleft, no es menos cierto que tres cuartos de los registros que se realizan son con «todos los derechos reservados». Creo que la neutralidad y rigor jurídico de Safe Creative está fuera de toda cuestión.

3 comentarios en “¿Tiene sentido el registro de la propiedad intelectual del ministerio de cultura?

  1. Que pregunta tan maliciosa. Tiene sentido porque es público y porque no está controlado por una «empresa privada», cuyo objetivo no es registrar obras sino cobrar por su uso en la comunicación pública.

    Sin el Ministerio de Cultura se quedan como los únicos que son capaces de registrar autoría.

    Tengo la sensación de que safecreative se está convirtiendo en una herramienta más útil de lo que uno se cree. De hecho si no existiera habría que inventarla, su mayor ventaja es que quita la burocracia con el ahorro de tiempo que ello conlleva. Y está más acorde con el espíritu 2.0 que lleva la red actual.

    Cual sería uno de los mayores aportes de Safe Creative? Yo creo que sería el tiempo.

  2. Supongo que el tiempo en cierto sentido sí… pero sobre todo basándonos en un valor sobre el que insistí debíamos apostar más que la protección del plagio, que es la difusión informada. Si Safe Creative, o cualquier registro claro, es capaz de ofrecer de forma abierta, neutral, información a cualquiera sobre el autor, licencia, etc, es como un punto de anclaje, como un faro. Eliminas la incertidumbre y los autores podrán estar más en contacto con sus obras y tomar decisiones en función de lo que vayan recabando de sus usuarios.

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